El intercambio automático de información
El dinero se mueve a través de las fronteras con facilidad
La información sobre ese dinero debería fluir con la misma facilidad
El dinero se mueve a través de las fronteras con facilidad
La información sobre ese dinero debería fluir con la misma facilidad
A medida que el mundo continúa globalizándose, el dinero puede viajar miles de millas con el solo clic de un botón. Mientras facilita el comercio, fomenta la conectividad y permite a las personas enviar dinero a las familias a través de todo el mundo, esta nueva realidad mundial permite también que el dinero ilegal se mueva con la misma facilidad. Los criminales, los evasores y los políticos corruptos sacan ventaja de un sistema financiero permeable, sin embargo, las autoridades que los persiguen deben trabajar bajo las restricciones de las fronteras nacionales.
Decenas de billones de dólares se depositan en el extranjero y gran cantidad de ese dinero no es gravado ni contabilizado. Gracias a SwissLeaks, que ofreció una instantánea única de una de las jurisdicciones más secretas del mundo, sabemos que los activos que se desvanecen a bóvedas bancarias en el extranjero no son solo un problema de Estados Unidos y Europa. Élites ricas de todo el mundo usan las jurisdicciones secretas para almacenar activos y evadir impuestos. De hecho, si miramos la información de SwissLeaks como proporción del PIB, Kenia y la República Democrática del Congo tienen un mayor porcentaje del PIB en HSBC Switzerland que el Reino Unido, en tanto que Argentina y Sudáfrica tienen una proporción mayor que Francia.
Pero el problema es especialmente grave para los países de ingreso bajo y medio. Se estima que aproximadamente 33% de todos los activos de Medio Oriente y África están en el extranjero. En el caso de América Latina, es cerca de 25%. A escala mundial, el número cae a 6%. Desafortunadamente, las regiones con el porcentaje más alto de activos en el extranjero son las mismas que se beneficiarían de mayores ingresos fiscales para invertir en desarrollo, como en rutas, escuelas y salud.
Gracias a los paraísos fiscales y a un ejército de abogados y contadores que se benefician con la industria del secreto es casi imposible descubrir si alguien evade impuestos a través del depósito de activos en el extranjero. En la mayoría de los países, si un gobierno quiere conocer los activos y las cuentas que sus ciudadanos tienen en otra jurisdicción, deben solicitar la información caso a caso. A menudo, además, si se desea pedir información se debe saber a quién se busca y dónde está el dinero – casualmente, esa es la información que se quiere recibir. Este enfoque anticuado y agotado para un problema mundial que cambia rápidamente hace difícil que rasguñemos siquiera la superficies.
Para conocer realmente la escala de activos depositados en el extranjero, y frenar la evasión fiscal y los flujos ilícitos, las autoridades nacionales necesitan acceder a la información. Afortunadamente, ha habidos algunos avances en ese frente. El G20 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han elaborado el borrador de un Estándar Común de Información (ECI) que sirva con base para una red mundial de intercambio automático. La meta es permitir a una país intercambiar información financiera de extranjeros, tal como nombre, dirección, números de identificación tributaria e información contable, a intervalos regulares con el gobierno del país sede del titular de la cuenta.
Es un paso enorme cuando se trata de la información que los gobiernos tendrán a disposición para combatir la evasión fiscal. Sin embargo, se mantienen muchas dudas acerca de la exclusión de los países de bajo y mediano ingreso que son los que tienen más para ganar con el intercambio transfronterizo. El nuevo estándar exige reciprocidad de parte del país que participa. En otras palabras, para recibir información, se debe tener la capacidad (y la voluntad) de compartir también la información propia.
Aunque esa exigencia parecería sensata, la cláusula de reciprocidad es problemática para algunos países en desarrollo que no tienen la capacidad tecnológica o el equipo para recabar la información. A menudo, todo un país puede tener solo una o dos personas dedicadas a los asuntos de tributación internacional. África Subsahariana, por ejemplo, necesitaría agregar cerca de 650.000 administradores tributarios para alcanzar los niveles promedio mundiales de personal.
Una relativamente pequeña cantidad de dinero se mueve de los países ricos a los pobres, mientras que se mueven enormes cantidades en el sentido opuesto. Por eso, parece sensato ofrecer a los países en desarrollo un periodo de gracia en el que puedan recibir información sin enviar al suya. Es evidente que a medida que avanza el proceso del G20 y al OCDE, los países en desarrollo necesitan más voz en el sistema de intercambio.
Con la atención puesta en la inclusión de todos los países en un nuevo sistema de intercambio automático, un sistema mundial de intercambio automático ayudará a encontrar una vía hacia un sistema financiero equitativo capaz de identificar los billones que actualmente se depositan en el extranjero y fuera de todo control.